sábado, 4 de octubre de 2008

Ritmo

Leo un poema de Idea Vilariño.


Eso

Mi cansancio
mi angustia
mi alegría
mi pavor
mi humildad
mis noches todas
mi nostalgia del año
mil novecientos treinta
mi sentido común
mi rebeldía.

Mi desdén
mi crueldad y mi congoja
mi abandono
mi llanto
mi agonía
mi herencia irrenunciable y dolorosa
mi sufrimiento
en fin
mi pobre vida.

Lo releo en voz alta y me dejo mecer por su ritmo.


Y de pronto recuerdo algo que leí en el libro "De los archivos literarios de la KGB".

La poeta y etnógrafa Nina Hagen-Thorn, recluida en los campos de concentración de Kolimá, resiste: "El que posee el ritmo se siente libre... ¡No podrán conmigo!".

Y, recluida en una celda de castigo en la que escaseaba el oxígeno para sofocar al preso, escapa con su imaginación: "sin embargo era posible resistir sin perder el conocimiento: sumergirse en imágenes que generasen sensaciones claras y fuertes de grandes espacios, y transformar estas en ritmo poético".

Recita poemas a las presas y resiste:
"Nos leía poemas, suyos y de otros, y nos contaba sus viajes. Y lográbamos olvidar nuestro amargo destino por unos instantes. Nina trabajaba en el campo como "caballo". se enganchaba a una carreta con otras mujeres y transportaba el tonel de agua y leña para la cantina y el hospital. Era un trabajo duro y las mujeres eran además mayores; pero Nina no se desanimaba. Decía: "El caballo es un animal noble. Es bueno ser caballo".

(Nina Hagen-Thorn escribió unas memorias pero, desgraciadamente, no están traducidas).


El extraño poder salvador de la poesía...